Quizás, para las generaciones de hoy en día, las grapadoras de oficina no sean algo llamativo. Más que nada porque no se actualizan con nuevas versiones ni tampoco llevan pantallas táctiles, pero sin embargo ahí están y siguen estando. Se trata de uno de los objetos que, quizás no llamen mucho la atención, pero son totalmente necesarios.
Porque sí, en plena era digital, una buena grapadora sigue siendo esencial. No solo en las oficinas, sino también en nuestras casas, o en colegios, despachos, y en los centros de estudio o similares. Donde haya papeles, tarde o temprano habrá que agruparlos. Y ahí es donde entra en juego este pequeño pero poderoso dispositivo.
Aunque parezca mentira, las primeras grapadoras datan del siglo XVIII, en la corte del rey Luis XV de Francia. Eran unas piezas decorativas y exclusivas, cada grapa estaba grabada con el emblema real. Aunque es cierto que no eran para uso masivo.
La grapadora moderna, más práctica y robusta, aparece en Estados Unidos a finales del siglo XIX, cuando el papel empieza a dominar el mundo de los negocios. Desde entonces, ha evolucionado, pero su función básica sigue intacta: unir hojas con precisión, rapidez y sin mayores complicaciones.
Pues hay que decir que la respuesta es sencilla: usamos grapadoras de oficina porque seguimos controlando papeles en forma de informes, facturas o contratos y apuntes. Aunque cada vez hay más documentos digitales, el papel aún tiene mucho que decir. Y cuando necesitas presentar, archivar o entregar algo físicamente, una grapadora es tu mejor aliada. Además, la puedes usar dónde y cuándo quieras y no necesita batería ni enchufe, que es otro detalle importante a tener en cuenta. ¡Estará siempre disponible para cuando la necesites!
Aunque solemos pensar en la típica grapadora de escritorio metálica, lo cierto es que el mundo de las grapadoras es más amplio de lo que parece. Aquí algunos tipos que probablemente has visto, o necesitas conocer:
Estamos ante la de toda la vida. Esta suele tener capacidad para entre 10 y 30 hojas, es compacta, fiable y perfecta para el día a día en la oficina o en casa.
Es ideal para encuadernar folletos o documentos grandes. Su brazo permite llegar más lejos dentro del papel, algo que resulta muy útil si trabajas con proyectos editoriales o escolares.
Estas son las bestias del grapado. Ya que soportan hasta 100 hojas o más. Por lo que suelen ser más robustas, a veces con diseño vertical, y requieren grapas especiales. Son imprescindibles en archivos, imprentas o despachos con mucha carga de papel.
Este tipo de grapadora es más común verla en los comercios. Se utiliza con una mano, tiene una forma ergonómica tipo alicate: lo que hace que sea muy práctica para trabajos rápidos.
Sí, aunque no lo creas, también existen grapadoras automáticas. Funcionan por sensor o botón, y son perfectas si grapas grandes volúmenes con frecuencia. Solo acercas el documento y… clic, ¡grapado al instante!
Puede parecer que no sea una elección importante, pero no lo es. Elegir una buena grapadora de oficina puede ahorrarte muchos problemas diarios. De ahí que conviene seguir una serie de consejos para evitarlos a toda costa:
¿Alguna vez te has enfrentado al temido “atasco de grapas” justo antes de entregar un informe? Entonces sabes de lo que hablamos. Aquí van algunos errores frecuentes y cómo evitarlos:
Las grapadoras son como ese compañero de trabajo que siempre está ahí, que no se queja y que hace su tarea sin tanto protagonismo. Y, sin embargo, cuando no está, todo se complica. Así que, entendemos que detrás de cada informe bien presentado, de cada proyecto de escuela encuadernado con cariño, o de cada paquete preparado, hay una grapadora que ha hecho su trabajo. Aunque las grapadoras de oficina han sido nuestras protagonistas de hoy, también hay que decir que, no solo las encontraremos en este entorno, sino que también las veremos en hospitales, en bancos o en talleres. Suelen ser pequeñas, discretas pero nos ayudan en una tarea muy importante: darle orden al caos más absoluto.
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