Cada vez más somos conscientes de la importancia que tiene un buen cuidado de nuestra piel, no solo por la función estética de una piel sana y joven, también en términos de salud, ya que estamos hablando del órgano más grande de nuestro organismo y la barrera que lo protege frente las agresiones externas.
En los últimos tiempos prestamos más atención a nuestra rutina de cuidado facial y corporal. Para conocer los mejores productos naturales, aceites esenciales, cosméticos y pasos que debes incluir en tu rutina de cuidados según tu tipo de piel para adaptarla a sus necesidades visita decoloresnatur.com.
Todas las pieles sin excepción, con independencia de que sean normales, grasas, secas, sensibles o con algún tipo de problema dermatológico (tales como psoriasis, rosácea o vitíligo), deben incluir en su rutina de cuidados la limpieza, la hidratación y la protección solar y, a partir de ahí, incorporar cuidados específicos según sus necesidades o el bienestar que se pretenda obtener.
Sin embargo, suele pasarse por alto adaptar convenientemente esta rutina a las condiciones climatológicas y ambientales de cada estación del año según la zona en la que vivas para que resulte verdaderamente efectiva; en este post te explicamos las principales claves para ello.
En los climas propios de los veranos del sur peninsular y las cada vez más frecuentes olas de calor, debemos aumentar aplicación de cremas hidratantes y conservar los productos en frío, preferiblemente en la nevera, para evitar que se alteren sus fórmulas, se estropeen y puedan causar reacciones indeseadas; además, resultarán mucho más placenteros dado el efecto refrescante añadido.
Habida cuenta la mayor exposición al sol de la piel del cuerpo, debemos aplicarnos generosamente protección solar en cada salida al exterior, reaplicando frecuentemente.
Igualmente, se recomienda emplear tejidos naturales que favorezcan la transpiración como el algodón o el lino.
Por el contrario, ante climas invernales de nieve y frío conviene incrementar la nutrición de la piel, sobre todo de las zonas expuestas a las bajas temperaturas como labios o manos, ya que el frío tiende a resecarlas en exceso.
En esta época la piel suele sensibilizarse precisamente por la dureza de las condiciones climáticas y ambientales y los frecuentes cambios bruscos de temperaturas, siendo frecuente que aparezcan rojeces y picores, favorecidos también por algunos tejidos propios de la ropa de abrigo tales como acrílicos o lanas; para ello es recomendable que apliquemos que los productos que apliquemos tengan propiedades emolientes dirigidos a mantener el equilibrio lipídico de nuestra piel.
Si bien es cierto que cada vez las condiciones climáticas son más extremas y parece que las estaciones se desdibujan, existen determinadas alteraciones y fenómenos en la piel que se producen en primavera y otoño que merecen que también tengamos en cuenta a la hora de adaptar nuestra rutina de cuidados.
Así, la primavera es época de aparición de alergias que conllevan, en la mayoría de ocasiones, síntomas en nuestra piel que provocan gran incomodidad, como picores, reacciones o descamaciones. Hay que prestar atención a estos problemas, incorporando a nuestra rutina productos con propiedades calmantes tales como la caléndula, el agua de rosas, la avena o la camomila, para evitar el rascado y empeorar los síntomas.
Por otro lado, el otoño es una buena época para someter la piel a exfoliación y a tratamientos de reparación de los daños que el verano ha podido ocasionar y prepararla de cara al invierno, empleando como ingredientes de nuestra rutina la manteca de karité, el aceite de argán o el aloe vera.
Como puedes comprobar, se trata de escuchar en cada momento lo que tu piel te pide y atender a sus necesidades bajo cualquier circunstancia. En caso de duda, visita decoloresnatur.com, especialistas en cosmética y productos naturales, donde sabrán asesorarte en cada caso sobre qué es lo que mejor le va a tu piel.
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