Béjar vuelve a ser avergonzada por quienes dicen amarla

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Una opinión de Miguel Rodero. 


Béjar está empeñada en destruirse a si misma. Y es triste que la proyección que los propios bejaranos quieren que se tenga de la ciudad fuera de la comarca sea de estupor. Es cierto que no todos, ni muchísimo menos, pero si algunos que hacen mucho ruído ante el silencio del resto. 


Para los más despistados esta reflexión viene a colación de los abucheos e insultos proferidos a la pregonera de las Fiestas de Béjar, Anabel Alonso, desde parte del público. Un gesto que no solo empañó el inicio festivo, sino que ha sido ampliamente recogido por periódicos y programas de todo el país con el impacto negativo que eso supone para la ciudad


¿Era necesario lapidar tu propio pregón de fiestas? ¿era lo más sensato en una semana donde tristemente la ciudad ya abría noticieros? 


Si de algo está ávida Béjar es de proyectar buenas noticias, de exportar una imágen en positivo que pueda retener a los propios ciudadanos de una urbe que se desangra año a año, y atraer a quienes buscan donde rehacer su vida o sus negocios. 


Reírle la poca gracia a quienes alegremente pulsan el botón de la autodestrucción en una cabeza de comarca que no pasa, ni por asomo, por sus mejores momentos, no solo es un acto de insensatez, sino que es lo menos "patriota" que pueden hacer quienes consideran que un país se construye poniéndote una pulsera con bandera o criticando visceralmente todo lo que no huela como tu propio orto. 


Béjaranos y autoridades públicas de Béjar, dejen de creerse que por ignorar el conflicto este va a desaparecer y comiencen a hacer frente común contra quienes destruyen su propia ciudad. No es un consejo, es una necesidad. No lo dejen para mañana, deberían haberlo hecho ya hace muchos años. 

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