Por igualdad, en defensa de los derechos de los menores y las obligaciones de sus progenitores: Custodia compartida

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Una opinión de Miguel Rodero / Solemos referirnos al término igualdad sobreviniéndonos a la cabeza la debilidad de un género sobre el otro y presuponiendo impotencia en la mujer y agresividad en el hombre, de esta forma apartamos la presunción de inocencia sobre quien consideramos más fuerte y le castigamos con una mochila de inseguridad civil y jurídica.

Este caso vive uno de sus máximos exponentes a la hora de determinar la custodia de un menor ante una separación o divorcio donde las rupturas afectivas de los padres suelen marginar el derecho de los hijos a su vinculación igualitaria con ambos, recordando que en este país si la madre se opone a la custodia compartida, por norma general se deniega y se le concede a ella la custodia del menor.

Los sentimientos de odio, venganza, resquemor de una de las partes pueden provocar el desarraigo del menor sobre uno de sus padres, olvidando que ante todo se debe anteponer el interés del niño/a, y nadie puede negar que lo mejor para un niño/a es mantener un contacto real y vivo con sus dos progenitores, impidiéndoles a ninguno de ellos que puedan utilizar a su hijo/a como moneda de cambio o arma arrojadiza.

Soy feminista (de los que entienden ese concepto como la búsqueda de la igualdad social, económica y política entre hombres y mujeres, pero no de los que utilizan el feminismo como punta de lanza del hembrismo) y por ello pido igualdad para ambos a la hora de compartir obligaciones y derechos con nuestros hijos e hijas, y justicia para que no se les aparte de uno de sus progenitores por ser simplemente hombres.

Pido a los jueces y juezas que legislen y dictaminen anteponiendo los intereses de los menores. Pido a las madres y padres custodios que no utilicen la custodia como herramienta de presión y que no vulneren los derechos de sus hijos.

Desde diversos sectores pseudo progresistas les encanta ahondar en la fisura sobre la desigualdad salarial o la conciliación de la mujer en el mundo laboral tras la maternidad, aspectos en los cuales coincidimos plenamente, pero sin embargo si ponernos sobre la mesa esa igualdad a la hora de repartir derechos y obligaciones de los hijos haciendo efectiva la custodia compartida desaparece el gen igualitario y siempre alguien aprovecha para recordarnos que somos unos machistas que poco menos que deberíamos de dar las gracias de que nos dejen ver a nuestros hijos. ¿Entonces perseguimos igualdad real o solo simulada?

Yo no voy a caer en la trampa de criminalizar la actitud de no pocas mujeres a la hora de afrontar la custodia de sus hijos, pero si voy a poner el acento en la desprotección jurídica a la que estamos sometidos los hombres (hablo desde la generalidad) quienes tenemos que soportar una presión desmedida de un sistema judicial que nos persigue y vulnera nuestros derechos ofreciendo a las mujeres un martillo para golpearnos indiscriminadamente. Esto también es violencia, y no olvidemos (que no justifiquemos) que la violencia provoca violencia, y aunque una es más mediática que la otra las dos existen, y les pueden dar fe de ello en cualquier comisaría o cuartel de la Guardia Civil.

Apostar por la custodia compartida es una cuestión de justicia social, de caminar hacia la igualdad real, de proteger los derechos de los menores y las obligaciones de sus progenitores, de garantizar que los hijos no serán utilizados contra sus padres y de acabar con la marginalidad e inseguridad jurídica de los progenitores no custodios.

Ojala viviéramos en un mundo donde los adultos supiéramos dejar al margen de nuestros conflictos a los inocentes, pero desde luego eso no sucederá mientras la balanza se decante siempre del mismo lado.

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