Abandonar los cascos históricos supone condenar nuestros municipios

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Miguel Rodero / Cada día resulta menos extraño abrir la prensa y leer el derrumbe de algún edificio del casco histórico de nuestra ciudad. Tampoco nos sorprende dar un paseo entre fachadas apuntaladas y vallas de seguridad que nos apartan solo unos metros de casas que próximamente, si nadie lo remedia, serán escombros, como ya pasó en edificios de las calles Mansilla y Olleros, o como amenaza con cada temporal de lluvia y viento la Torre de San Juan o diferentes inmuebles de la Plaza Mayor entre otros muchos. El deterioro de las principales vías urbanas, y como consecuencia el abandono de sus habitantes, es un motivo directo del cierre de multitud de negocios y con ello el fin del pequeño comercio. En Béjar de los 110 locales comerciales situados en la Calle Mayor más de la mitad no tienen actividad comercial.

El deterioro no solo del casco histórico de Béjar, sino de la gran mayoría de municipios de nuestra comarca, es un problema bien conocido por las diferentes administraciones, por ello periódicamente se pueden solicitar ayudas para acometer la rehabilitación de viviendas. En el caso concreto del municipio vecino de Candelario, el Plan Estatal de Fomento del Alquiler de Viviendas, la Rehabilitación Edificatoria y la Regeneración Urbanas 2013-2016 desarrollado por el Ministerio de Fomento, la Junta de Castilla y León, los ayuntamientos y los propietarios de las viviendas contempla la rehabilitación de 35 viviendas en el municipio serrano con un coste de 906.700 euros. Pero estos proyectos de rehabilitación son casos, en general muy complejos, y por ello es primordial recurrir a arquitectos expertos que garanticen un buen trabajo en consonancia con las normas urbanísticas pero sin renunciar a sacarle el mayor partido posible a tu inmueble.

Solemos pensar que una casa vieja, con innumerables reformas que han ido en consonancia con la arquitectura de la estructura original, ya poco puede dar de sí, pero un experto seguro que podrá sorprendernos, descubrir el estado original de las cosas, y sacar el mejor partido a casas que hoy vemos complejas bien por sus estrechos pasillos o por esas diferentes alturas que fraccionan el espacio y no dan comodidad al hogar.

Pensar que esos inmuebles ya no merece la pena reformarlos, creernos que es más barato reubicar nuestro domicilio en zonas periféricas de nueva construcción o desconocer las Normas Urbanísticas son las principales causas de que los centros históricos de las ciudades sean cascaras vacías esperando a su derrumbe, con los peligros para viandantes, y responsabilidades civiles para propietarios, que eso puede conllevar.

Béjar se merece un casco histórico rejuvenecido pero sin renunciar a su historia y pasado, un buen ejemplo es la ciudad gallega de Compostela, cuyo centro cultural es habitualmente reconocido como un ejemplo en materia de rehabilitación y conservación incluso en foros internacionales.

Podemos y debemos apostar por otro modelo de ciudad, por un modelo de urbe que compagine crecimiento y sostenibilidad del casco histórico.

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